Las necesidades de una cooperativa son diferentes a las de una empresa con fines de lucro. Ese razonamiento aplica también al software que utiliza cada una. Una publicación se propone pensar en tecnologías y modelos de gestión específicos para las cooperativas.
Pablo Vannini y María Victoria Deux Marzi, de la Cooperativa de Trabajo Gcoop y la Universidad Nacional de General Sarmiento respectivamente, crearon el “Manual de Tecnologías abiertas para la gestión de las organizaciones de la Economía Social y Solidaria”*, una publicación que surge a partir de las dificultades con las que se encuentran las personas y las organizaciones sociales para implementar tecnologías que se ajusten a sus necesidades.
La mayoría de las teorías y herramientas del campo de la administración de empresas (el “management”) han sido desarrolladas teniendo como modelo a las empresas lucrativas, cuya lógica y estructura de funcionamiento son diferentes a las de las cooperativas. La gestión colectiva es un proceso que debe diseñarse en base a los objetivos, recursos y filosofía propios de las cooperativas.
Desde los comienzos de la creación del software, se produjeron discusiones político-filosóficas sobre la forma de producir y compartir el conocimiento y sobre los impactos sociales que esas creaciones suponen.
En ese marco, el Software Libre aparece como un movimiento social que le responde al avance privatizador del conocimiento. El diálogo y la colaboración entre Software Libre y Economía Social y Solidaria es fundamental para crear soluciones tecnológicas que satisfagan las necesidades de las organizaciones, respetando sus principios e idiosincrasia.
El Software Libre es una forma de producción y distribución del conocimiento que propone la libertad en el uso y apropiación del conocimiento. No es el software el que es libre, sino que es el usuario el que obtiene libertades cuando utiliza software libre.
Una tecnología, aún aquella inmaterial como el software, tiene múltiples costos. Se piensa solo en el costo de entrada (pago inicial), pero también existen otros costos, como el de permanencia y de salida.
En el caso de un software privativo, al costo directo de las licencias hay que sumarle además otros tipos de costos, como las licencias necesarias para infraestructura, mantenimiento, consultorías, implementación, mantenimiento y soporte, entre otros. Es decir que hay un costo de licencia por usuario para comenzar a usar el software y otro costo anual posterior para el mantenimiento de actualizaciones. Estos dos son los costos de permanencia. Además, hay costos asociados al funcionamiento en sí del sistema y sobre todo, costos de salida muy altos, porque al no publicar cómo trabajan ni cual es la estructura de datos que se va generando, una vez que se empezó a usar es muy difícil dejar de hacerlo. Para muchas empresas, cambiar de software es perder datos fundamentales. Quedar “prisioneros” de una tecnología es el costo más alto que podemos pagar. Las herramientas libres (software y hardware) dan independencia tecnológica y libertad de elección tanto para empezar como para dejar de usarlas.
De lo que se trata es de entender que se deben construir soluciones que se adecúen a las necesidades de las organizaciones de la economía social y solidaria, en lugar de pretender que la organización se amolde al software.
Fuente: LA GACETA de Cooperar